martes, 13 de agosto de 2019

¿China reforzará su mano dura en Hong Kong? Artículo Revista Semana, Colombia.

1.- Revista Semana: ¿China reforzará su mano dura en Hong Kong? (Colombia, 8/11/2019. 12:27:00 AM).


El pasado 5 de agosto, ante el incremento de la tensión y manifestaciones en Hong Kong frente a la reforma de la ley de extradición, la Revista Semana me contactó como autor del libro "Historia de China Contemporánea", para confeccionar un informe con la opinión de especialistas. 

Semana es una revista colombiana de política y actualidad. En enero del 2019 Jaime Gilinski Bacal adquiere un 50% de la revista y Felipe López, fundador, sustenta el otro 50%. Su director actual es Alejandro Santos.



Como se puede comprobar en el artículo la cuestión fundamental para la revista era la siguiente: 

"Las protestas en Hong Kong llegaron a un punto de quiebre con la amenaza de Beijing de intervenir por la fuerza. El historial de represión trae trágicos recuerdos del país asiático. ¿Llegará China, otra vez, a este extremo?"



Está cuestión se planteó a los especialistas a través de dos preguntas encadenadas: 

  • Teniendo en cuenta la violencia de las protestas y el activismo de ciertos grupos pro-democracia, ¿Es comparable lo que está pasando en Hong Kong con la masacre de Tiananmen? En caso de que no sea así, ¿qué diferencias hay entre los dos momentos?

  • Beijing ha endurecido su retórica sobre las protestas en las últimas semanas, incluso ha llamado a los manifestantes "traidores a la patria" ¿Si el ejército chino se mete formalmente a "controlar" las protestas de Hong Kong que podría pasar?
Para responder a ello se consultó a:

Lo publicado por Michael Davis y Victoria Tin-bor Hui en la revista Foreign Affairs

A Camilo Defelipe, de la Universidad Javeriana


Y a Raúl [Ramírez] Ruiz, autor de Historia de China contemporánea y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. A cuyas palabras cupo el honor de cerrar el artículo: 

“Tras toda esta situación subyace la definición en sí de la ‘nación china’, muy ligada al concepto de ‘todo bajo el cielo’. China está tratando de redefinirse, salvar la ‘sinidad’ de la nación y la concepción ‘socialista’ del Estado. Por eso poner en duda la ‘unidad armoniosa’ del mundo chino implica ir contra el concepto de pertenencia común a la gran nación china”.


Las banderas de los tres entes administrativos acogidos bajo el modelo 
"Un País, dos Sistemas" ( yì guó liǎng zhì / 一国两制). 
Pero no debe olvidarse que la "soberanía" es solo "una".


2.- Lo que subyace tras la situación de Hong Kong y el modelo un "Un País, dos Sistemas" ( yì guó liǎng zhì / 一国两制) es la definición en sí de la “Nación China”, muy ligada al concepto clásico de “Todo Bajo el Cielo” (Tianxia / 天下).


Dado el interés de la situación, aún no concluida, creemos procedente dar a conocer la respuesta completa a las preguntas de la Revista Semana sobre las actuales circunstancias que atraviesa Hong Kong.

PREGUNTA SEMANA: Teniendo en cuenta la violencia de las protestas y el activismo de ciertos grupos pro-democracia, ¿Es comparable lo que está pasando en Hong Kong con la masacre de Tiananmen? En caso de que no sea así, ¿qué diferencias hay entre los dos momentos?

Respuesta RRR: No, no es comparable. Los paralelos son superficiales y “románticos”. Con estos calificativos, en especial con el segundo, lo que quiero decir es que dichos paralelos se buscan desde fuera, dado el fuerte impacto que en el “subconsciente colectivo” del mundo occidental produjeron los desgraciados acontecimientos del Tianamen o el “incidente del 4 de junio”, como se le conoce en la China Continental.


Cuáles son las diferencias fundamentales:

En Tianamen lo que se produjo fue la “ruptura” de la unidad de acción en la cúpula del PCCh y lo que estaba en juego era “qué modelo político” iba a adoptar la China del futuro. Nos encontrábamos en un momento histórico en el que todo el bloque socialista (bajo la hégira de la URSS) había iniciado el camino hacia la transformación de lo que significaba “socialismo” no solo en economía, sino también en el concepto de libertades políticas. En aquel momento el bloque socialista estaba dando pasos que claramente se dirigían hacia un modelo de democracia participativa, pluripartidista y de Estado de Derecho, en el sentido que se le da en occidente. Un cambio de sistema total.


En paralelo la China, bajo el mando de Deng Xiaoping, se encontraba en pleno proceso de “Reforma y Apertura”. Tras una década de dicho proceso, sus beneficios económicos ya eran patentes, y había surgido una clase media urbana, más libre. Mientras, la pobreza en el campo descendía claramente. Al tiempo, la alianza con EEUU se había consolidado, tirando por tierra, algunos de los más sagrados dogmas “comunistas”.


En ese momento, una parte de la cúpula del PCCh, representada por sus dos últimos Secretarios Generales, Hu Yaobang y Zhao Zhiyang, ambos, discípulos y protegidos de Deng Xiaoping, pensaron que se podría ir más allá en la Reforma, abordar una reforma tendente a una democracia con separación de poderes, voto directo, etc., similar a la occidental.


Pero ese no era el objetivo del proceso de “Reforma y Apertura” puesto en marcha por Deng Xiaoping. El modelo de partido único era incuestionable. Lo que Deng Xiaoping pretendía era mejorar el sistema para acabar con la pobreza del pueblo y con ello salvar la legitimidad del partido (dañada por los excesos del último maoísmo) y, en paralelo, reforzar a China en el concierto de las naciones para salvaguardar su soberanía de las continuas intervenciones extranjeras que padeció durante casi dos siglos. No se trataba de otra cosa y mucho menos de poner en cuestión el monopolio del poder por parte del Partido Comunista.

Ante la deriva ideológica, que no económica, del ala más aperturista del Partido, en la cúpula del poder oficial con Zhao Ziyang al frente de la nación, y ante la incapacidad de este para “disolver las manifestaciones”, más aún en momentos tan humillantes para China como eran la visita de Gorbachov y el aniversario de las manifestaciones de “Cuatro de mayo”, Deng Xiaoping se alió con los conservadores, representados en aquel entonces por Li Peng (hijo adoptivo de Zhou Enlai, el verdadero promotor de las Cuatro Reformas) y acabaron con la posibilidad de “evolución a la soviética” del modelo chino.

Desde entonces lo que tenemos es “socialismo con características chinas” es decir, un modelo de partido único, mixto desde el punto de vista económico y cada vez más “chino” en su esencia (quiero decir, basado en la tradición política e histórica endógena), sin renunciar a la utopía socialista en un futuro más o menos lejano. Un modelo que basa su legitimidad, en el desarrollo y la estabilidad, valores muy apreciados por el pueblo chino dadas sus experiencias colectivas a partir de 1839. 


Hoy en Hong Kong lo que está en juego es el modelo “Un país dos sistemas” (yì guó liǎng zhì)



Hoy en Hong Kong lo que está en juego es el modelo “Un país dos sistemas” (yì guó liǎng zhì): Proyecto político puesto en marcha por Deng Xiaoping en los años ochenta, según el cual es posible la reunificación de China (República Popular de China y República de China –Taiwán-) en un solo Estado respetando la constitución política y económica de cada uno de ellos. El comportamiento de las autoridades de la RPCh con Hong Kong corresponde a esta política y pretende ser un ejemplo de atracción con vistas a Taiwán.

Lo que provoca las manifestaciones en Hong Kong, más allá del incidente puntual de una ley de extradición que ha estallado por un asesinato de género, que en 2004 fue la reforma del art. 23 de la Ley Básica (derechos de religión y opinión) y en 2014 por una reforma electoral restrictiva, es el hecho de que la sociedad hongkonesa siente que las autoridades de la China continental, poco a poco, van limitando, de hecho, su autonomía, erosionando conscientemente el modelo de “un país dos sistemas” que parece tener fecha de caducidad en ese 2047, no tan remoto, en el tiempo.


Lo que subyace en estas manifestaciones es el temor de la sociedad hongkonesa a ser totalmente absorbida por la China continental, perdiendo su forma particular de ser y también, porque no decirlo, sus privilegios.

Para entender lo que está ocurriendo hay que tener en cuenta como se produjo la retrocesión de Hong Kong a China. Siempre se ha contado que Deng Xiaoping dictó las condiciones a una Margaret Thatcher que acudió a entrevistarse con él, ufana y soberbia, tras su victoria en las Malvinas. Deng Xiaoping le administró una gran dosis de humildad vía realpolitik, el equilibrio de poder ya había cambiado y ya era China la que imponía sus deseos a las pequeñas naciones europeas.




Pero no debe olvidarse, que el buen trato concedido por la RPCh a Hong Kong a través de la Declaración Conjunta Sino-británica de 19 de diciembre de 1984 que convirtió a Hong Kong en una Región Administrativa Especial (RAE), donde se respetaría el modelo social y económico de la colonia británica durante 50 años, hasta 2047, se basó en dos claves fundamentales en 1984, pero que pierden importancia para China a medida que pasan los años.

  • En primer lugar, ese sistema de “confederación” en el que se concreta el modelo “un país dos sistemas” se construye para atraer a Taiwán al seno de la Patria. Debe tenerse en cuenta, que antes de iniciar las negociaciones con los británicos para la devolución del Hong Kong, la Asamblea Popular de China proclamó el 30 de septiembre de 1981 los “Nueve Principios para la Reunificación Pacífica con Taiwán” que en sus puntos 3, 4 y 5 habla claramente de convertir a Taiwán en una R.A.E. y el establecimiento de un modelo similar al que se aplica hoy a Hong Kong. Pues bien, a medida que el independentismo se asienta en la sociedad taiwanesa, hasta el punto de que la China Popular se ve forzara a amenazar con el uso de la fuerza (Ley Antisecesión de 1996) China sopesa si esa política de atracción ha fracasado y, por ello, ve innecesaria seguir manteniendo la amplia autonomía de las Regiones de Administrativas Especiales, con los altos costes que para la visión centralizada del poder chino estas conllevan. 



Por otro lado, frente a este cambio de prioridades en la visión de la situación por parte del gobierno de Pekín, las clases medias-altas e ilustradas hongkonesas están siendo educadas en un “pseudo-nacionalismo hongkonés”, orgulloso de su modelo, de sus libertades y logros, pero aliñado con un cierto toque despectivo hacia la China continental y hacia los “mailanders” en general. Estamos, como en otras partes del mundo en estos momentos, ante la construcción de una identidad propia que se basa en la separación o la negación de un “otro” al que hasta ahora se pertenece, pero sin tener en cuenta las realidades de la geopolítica mundial, ni de la evolución histórica.

El desprecio hacia todo lo “mainlander” es la espoleta que alimenta las explosiones de “resistencia” hacia una posible asimilación que estallan en Hong Kong periódicamente (2003, 2014, 2019) pero es un sentimiento que desconoce (o ignora deliberadamente) la correlación de fuerzas entre China y Hong Kong. Tal vez como en otras partes del mundo, estas manifestaciones populares son utilizadas por las élites para ganar posiciones de fuerza en la mesa de negociación, pero el riesgo que esas élites corren es muy alto. Por ello, la actual Jefe de Ejecutivo Carrie Lam acusa a los manifestantes tratar de destruir la ciudad. Concretamente, afirma, “están tratando de derribar Hong Kong, de destruir por completo la vida de más de siete millones de personas”. 

muestra de su impotencia advierten a los "avisados" de la gravedad real de la situación. 


Carrie Lam muestra un temor cierto. Nada puede contener a China hoy más allá de su propia voluntad de contenerse. En el pasado, el poder del “Hijo del Cielo”, el “Emperador” o del funcionario que lo representaba en un distrito determinado, solo estaba limitado por los principios morales del confucionismo que él voluntariamente aceptaba, pero solo su conciencia era el límite.


PREGUNTA SEMANA: Beijing ha endurecido su retórica sobre las protestas en las últimas semanas, incluso ha llamado a los manifestantes "traidores a la patria" ¿Si el ejército chino se mete formalmente a "controlar" las protestas de Hong Kong que podría pasar?


Repuesta RRR: El ejército chino no se verá implicado en las protestas, esa es una misión encomendada a las autoridades hongkonesas y a su policía. Como en las manifestaciones de 2003 y 2014, las autoridades hongkonesas serán las encargadas de sofocar, reprimir y encauzar la situación. Posiblemente, el hecho de que esta situación se haya descontrolado pasará un alto coste político a Carrie Lam y otros miembros de su gabinete, que tras controlar la crisis pasarán a una segunda línea política o abandonarán la vida política definitivamente.
Cualquier posibilidad de que las autoridades chinas aparezcan directamente implicadas en el control de la situación sobre territorio hongkonés debe ser totalmente descartado. Si ello ocurriera, implicaría una escalada de la situación, inconcebible a día de hoy. 


Cualquier posibilidad de que las autoridades chinas aparezcan directamente implicadas en el control de la situación sobre territorio hongkonés debe ser totalmente descartado. Si ello ocurriera, implicaría una escalada de la situación, inconcebible a día de hoy.


Lo que subyace tras toda esta situación es la definición en sí de la “Nación China”, muy ligada al concepto clásico de “Todo Bajo el Cielo” (Tianxia).

China está tratando de re-definirse a sí misma en el mundo. Busca en su pasado, tratando de salvar la “sinidad” o “chinidad” de la nación y la concepción “socialista” del Estado.



La principal conclusión de estos dos siglos de historia de China, según recogen las conclusiones de 
"Historia Contemporánea de China", es que para el gobierno, el objetivo clave para el futuro de China pasa por "salvaguardar" la sínidad de la Nación y el socialismo del Estado



Para ello, descartados conceptos occidentales como “imperio”, “estado-nación” o “Federación”, busca actualizar el concepto de “Todo Bajo el Cielo”, un concepto que prima la “unidad” de la nación”, bajo un único liderazgo capaz de acoger bajo su paraguas distintas formas de estado, gobierno o economía. Dado lo cual, para Pekín, poner en duda la “unidad armoniosa” del mundo chino bajo el marco común de “un país, dos sistemas”, que en español también podríamos traducir en este momento como “una nación, dos sistemas”, implica ir contra el concepto de pertenencia común a la Gran Nación China, a ese concepto de “pueblo chino” que atraviesa el tiempo, más allá de las actuales situaciones administrativas de las RAE, Taiwán y la RPCh.



La República Popular China es la legítima heredera de la soberanía del pueblo chino (incluyendo sus 56 etnias), que arranca como Estado con la unificación de China bajo el Primer Emperador Qin (221 a. C.) y como concepto cultural con el mito del Emperador Amarillo (2.600 a. C. aprox.). Cualquier movimiento que ponga en duda esa legitimidad (aunque lo haga coyunturalmente por circunstancias políticas particulares) será confrontado por todos los medios por el gobierno de Pekín.


La República Popular China es la legítima heredera de la soberanía del pueblo chino (incluyendo sus 56 etnias), que arranca como Estado con la unificación de China bajo el Primer Emperador Qin (221 a. C.) y como concepto cultural con el mito del Emperador Amarillo (2.600 a. C. aprox.). Cualquier movimiento que ponga en duda esa legitimidad (aunque lo haga coyunturalmente por circunstancias políticas particulares) será confrontado por todos los medios por el gobierno de Pekín.



Al gobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong, y a las élites político-económicas de la ciudad-puerto, les esperan en los próximos años varios retos de transcendencia histórica si quieren que su ciudad, nacida hace menos de dos siglos, tenga un lugar en la historia de las próximas centurias. 

  • De un lado, a corto plazo, deben afrontar el reto de controlar sin traumas este movimiento de protesta, teniendo en cuenta que solo es un síntoma de un mal más profundo, que es el miedo de su sociedad a la asimilación total que temen tras 2047. 

  • De otro lado, y es un reto más difícil, pero conectado con el anterior, las élites hongkonesas deben saber liderar con acierto la defensa de los derechos de sus ciudadanos y su ciudad frente al intervencionismo de Pekín, pero, deben saber explicar a esos ciudadanos cual es la realidad de Hong Kong, en el presente y el futuro, dentro del Estado chino. Deben tender puentes con la ciudadanía de la China continental y ser conscientes de que sin China no hay futuro para Hong Kong. 








Cádiz, 6 de agosto de 2019.

Raúl Ramírez Ruiz